Una galería urbana en el barrio Galicia

Hablar de Dexs, de Ospen o del grupo Ink Crew en la escena del graffiti de Bogotá, es hablar de artistas, de soñadores, de gente con constancia que cree en lo que está haciendo y que ven en su oficio un camino para llegar a un cambio, no sólo social, sino también en la escena del arte urbano.

Para los bogotanos y para quienes visitan la capital, el grafiti entra a ser parte de la vida cotidiana de la ciudad. Lugares como el centro o la calle 26 se han convertido en verdaderos altares para el grafiti.

Alrededor de este colectivo artístico han surgido iniciativas como: “Bogotá Graffiti Tour”, el cual recorre diferentes calles del centro, para mostrar a los turistas y a quien desee, los increíbles grafitis que inundan las calles de la ciudad.

Pero el grafiti va más allá. Este tipo de arte no tiene fronteras ni lugares específicos. Es una cultura mundial, es un oficio que envuelve, no sólo el talento que se requiere para pintar un muro de tres pisos, sino la sensibilidad necesaria para poder entender a una comunidad e interactuar con ella.

Hablamos de un proceso que no es fácil. Pintar un muro no es sacar aerosoles o pintura y tirar brocha para arriba y para abajo. Es también entender el entorno donde la obra será realizada y expuesta. Exige un trabajo con las comunidades y con los vecinos, en donde se presentan proyectos, se discuten temáticas, y se escucha a todo aquél que quiere dar su opinión, bien sea ésta a favor o en contra.

Así fue como ocurrió en el barrio Galicia, en la localidad de Ciudad Bolívar. Una iniciativa conocida como “A Contra Mano”, y que nace del grupo Ink Crew, del cual son miembros artistas como Kops, Dexs, Skida, J2, Score o el mismo Ospen.

Todo empezó con Mantra, un artista francés que tiró sobre un muro de tres pisos una guacamaya pintada. Los vecinos rápidamente se dieron cuenta del valor de aquella obra y preguntaron si era posible pintar más muros del barrio. Pero el camino no era tan fácil. Los artistas se reunieron con los vecinos y con aquellos que podrían autorizar la pintada en los muros.

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La mayoría de los vecinos estuvieron a favor, aunque otros no. “hay gente que es muy cerrada y así venga Botero, no les va a gustar. Eso nos pasó con una que otra persona, y buscaban enredarle la mente a los demás. Pero fue la comunidad, la cual dijo hágale que eso es una chimba (sic), continúen, no le paren bolas” relata Dexs.

Para lograr crear una galería urbana en aquél barrio, era imprescindible contar con recursos económicos para desarrollar el proyecto. Visto el problema, Ink Crew decidió presentar la propuesta a Idartes, en el marco de la Cumbre por la Paz, y les aprobaron la propuesta. Además contaron con el apoyo de la alcaldía de Bogotá.

Así comenzó el corredor cultural de Galicia, como lo llama Dexs y quien apuntilla: “Una de las ideas bases del proyecto “A Contra Mano” es impactar a la comunidad con buen arte. Para ello se invitan artistas y se hace un trabajo de curaduría. No se quiere echar color porque sí, se quiere hacer arte en las calles, se quiere que la comunidad sea parte de esto y cuide de ello. La curaduría es importante para llegar a un equilibrio con la comunidad.”

No pasaron ni 10 minutos desde que llegué al parque donde están las obras, cuando Doña Doris Mendieta, una señora que lleva viviendo más de 20 años en el barrio, me interrumpió el paso y me dijo: “joven! ¿ya vio el grafiti más lindo de este barrio? Mire está allá, ¿si ve ese camión? Por ahí se mete a la derecha y en un parquecito está el grafiti más lindo de todos.” En el momento que tomaba impulso casi corriendo para ver, si es que había otro graffiti que podía ser más bonito que los otros, un hombre nuevamente me interrumpió el paso: “discúlpeme la intromisión, mi nombre es Edwin Salazar, yo quisiera decirle que llevo 25 años viviendo en este barrio, y este es el proyecto más lindo que he visto en la localidad. Es algo que le da valor a la cultura!”

Me percaté rápidamente del gran valor que empezaba a tener esta galería urbana dentro de la comunidad. Realmente las palabras de los artistas no caían al vacío, no era una cuestión de egocentrismo ni de querer tener un protagonismo individual. Lo cierto es que el verdadero arte que estos artistas habían conseguido no eran los muros, sino el cambio que tuvo la comunidad frente al grafiti y la integración de todo un grupo de personas para alcanzar un fin: tener su propia galería en casa.

Cada obra tiene una estética, una técnica diferente. La competencia dentro del grupo Ink Crew es sana, “si este man hace una cosa así, pone el listón bien alto, por lo que el otro tiene que hacer algo muy bacano” dice Dexs. El proyecto contó con la participación de no sólo expertos en graffiti, sino también de artistas plásticos.

Mientras pintaban, la gente les llevaba gaseosas, se tomaban fotos con ellos, les preguntaban sobre lo que hacían y por qué lo hacían. Todo un experimento social que dejó a más de uno con la boca abierta. “No queremos que los artistas que lleguen a Bogotá simplemente vayan a pintar el spot más visto, en chapinero, en el centro, en la 26, etc… es al contrario, queremos traer el arte precisamente acá, a partes de la ciudad tan complejas como Ciudad Bolívar y que las comunidades empiecen a valorar el arte” sentencia Dexs.

Lo cierto es que de aquellos muros que llevaban sin pintar más de 10 años y que habían sido olvidados por la comunidad y abofeteados por la intemperie, ahora son 12 increíble obras de arte que están para el gusto de todo aquél que quiera visitar el barrio Galicia.

Así se ve el barrio Galicia: